sábado, 28 de enero de 2017

Os Fachós

Una tradición es un conjunto de bienes culturales que se transmite de generación en generación dentro de una comunidad. Se trata de aquellas costumbres y manifestaciones que cada sociedad considera valiosas y las mantiene para que sean aprendidas por las nuevas generaciones como parte indispensable del legado cultural.
 
El día 19 de enero se celebra en Castro Caldelas ( Orense) a festa dos Fachós ( antorchas). Toda una exaltación del fuego y la paja.
En realidad, todo comienza un año antes con la siembra, la siega y  la malla del cereal. Proceso que culmina con la " feitura" o confección de los más de 500 fachós individuales y el gran fachón en representación de los que antes se hacían por los vecinos de los distintos barrios y parroquias compitiendo entre si por ver cual era el más grande.

 Hasta hace unos años los vecinos acudían con su fachó correspondiente, elaborado por ellos mismos, pero este proceso fue desapareciendo y prácticamente se perdió.

En la actualidad, ante la falta de paja de la malla, y también, en parte, a la falta de gente joven que se ocupe, el consistorio municipal cada cuatro o cinco años se encarga de plantar el centeno, la siega y de preparar la paja, que posteriormente se guarda en un  "palleiro"para las celebraciones siguientes.
Al mecanizarse la paja y ser un bien escaso el Ayuntamiento decidió recuperar las viejas costumbres y para ello tuvo que hacerse con la mayadora tradicional, la última que malló en toda la provincia durante más de 45 años.
Hoy en día se elabora solamente un gran fachó en representación de todos.

.El acto consiste en una procesión por las calles presidida por un San Sebastián hecho en paja al que le sigue un gran fachó ( nunca menos de 30 metros) y aveces con un peso de más de 500 kilos.

Los fachós o antorchas eran utilizados para alumbrar las largas noches de invierno y también para poder desplazarse por la oscuridad de los bosques gallegos. En realidad son grandes manojos de paja, superpuestos de forma cilíndrica bien atados.
Muchos son los que afirman que podrían ser el origen del la Santa Compaña, seres reales de carne y hueso que amparados por la oscuridad de la noche aterrorizaban a las gentes para delinquir libremente. También podrían haber sido los que velaban los sueños de los demás y convertidos en serenos vigilarían las casas del pillaje y de los forasteros. Otros siguen creyendo que son la procesión de las almas a la captura de un vivo o los que anunciaban la muerte de algún vecino. A cada cual le gusta una versión diferente.

Así que el día 19 del mes en que andamos, en Casto Caldelas ( Orense) desde el Siglo XVII, se celebra la fiesta dos Fachós, lo que la convierte en una de las fiestas más antiguas de Galicia.

Se cree que se inició debido a una gran peste que asoló esta región en 1763, adquiriendo los Fachós ( antorchas), una función desinfectante.

Una vez de vuelta al Santuario de los Remedios, se indulta la imagen de San Sebastián y se reúnen todos los fachós  para encender una gran hoguera alrededor de la cual los asistentes cantan y bailan mientras degustan los productos de la zona. Es todo un espectáculo nocturno y parece que todo el pueblo está en llamas.
Así pues en los Siglos IX-XII las ostas de Galicia fueron atacadas por vikingos, vándalos y musulmanes y en los siglos XV, XVII, XVIII y XIX fueron los ingleses, franceses y holandeses.
Estos últimos ataques a las costas gallegas hicieron que los nativos crearan una red de antorchas que se intercomunicaban por el humo o el fuego cuando algunas de las personas percibían buques peligrosos.

La forma de estos fachós era variable pero todos se ubicaban en lugares de muy buena visibilidad. En un espacio de tiempo más bien corto. En una hora más o menos, todo el reino de Galicia estaba armado y preparado para luchar.

Estas antorchas tenían, además, la función de guías y en ocasiones, cuenta la leyenda, se encendían en lugares falsos para causar naufragios.

El día de la festividad de San Sebastían pues, y antes de que anochezca, la gente del pueblo y de las aldeas cercanas se concentra en la plaza de la Iglesia con sus fachós. Al anochecer se les prende fuego y da comienzo la procesión, que va precedida por el santo de paja y por el fachón grande de aproximadamente treinta metros.
 
Esta fiesta en honor de San Sebastian es una forma de mantener la tradición de la siembra, siega, recogida y malla de la paja, que en su día hizo destacar a este municipio por ser el mayor productor de centeno y por ser el " granero de Orense". De esta forma se mantiene la tradición, ya que en la actualidad la paja es tratada de forma mecanizada y  no sirve para confeccionar los muñecos.

viernes, 20 de enero de 2017

Retazos en verde

Es en este país verde, y bajo la luz oscura y misteriosa del Atlántico donde los griegos situaron el fin del Mundo Antiguo y, donde Homero decía que el sol completa su vuelta para luego resurgir por oriente con el nuevo día : Galicia. Un país lleno de contrastes y sorpresas. A los gallegos nos gusta decir que cada casa es un mundo y que cada piedra tiene una historia.
Aquí se encuentran los acantilados más altos del continente y, la unión entre el mar y la tierra la forman las rías donde el océano se sosiega y penetra tierra adentro haciendo surgir la vida que fluye por las calles de los pueblos marineros y por las infinitas arenas de las playas de toda la costa.
Por frondosos valles discurren  numerosos ríos entre viejos montes. Prados pintados de verde claro, de verde esmeralda los cultivos y de verde oscuro los bosques. Por todas partes se asientan pequeñas propiedades donde la distancia entre ellas nunca es mucha y donde los lugares inhabitados son siempre de poca extensión. En los rincones más apartados, las fragas, el bosque antiguo y misterioso.
Hoy tiene la tarde ese misterio que impregna el aire y también el sentir y el alma de todo gallego. Es una tarde gris, tristona, llena de orballo y niebla. Un orballo que se desliza a modiño, muy despacio, y lentamente por las ramas desnudas, ahora ya, de los árboles que al fin,después de un otoño lleno de luz y color se han quedado definitivamente dormidos. Sólo desde el silencio se puede sentir todo lo que esta tierra nos dice.
Después del canto del búho, el silencio de la montaña es aún más profundo. Ahí en esa profundidad, lo esencial es casi siempre lo que no se dice. Lo que se entierra en el silencio.
En realidad todo invita al sueño, al recogimiento y a la reflexión: sobre lo que nos rodea, sobre uno mismo, sobre lo que ocurre más allá de nuestras fronteras, sobre la naturaleza humana. Y al pensar sobre esto la tarde se me ha ido yendo, desmadejándose más y más, oscureciéndose a los pocos, confundiéndose con la niebla.
Aparecen las lechuzas, pájaros de la noche y la oscuridad con capacidad para ver con claridad en las tinieblas y yo las envidio.
Le tuvieron tanta veneración los atenienses por su sabiduría, que no había templo, palacio, calle, plaza, ni esquina  donde no figurase una estatua, pintura o retrato.
Aparece en muchas fábulas como un animal amigo que advierte a las aves, sus compañeras, de los peligros que las acechan. Y es que su aire concentrado y algo ausente, la convierte en imagen de ser reflexivo y prudente.

Mi amiga Trufa, mi querida Trufa, peluda hasta el extremo, se abalanza sobre mi y me envuelve con su gran manto de pelo. Después, me llena de lametones, me mira  con sus grandes ojos de color marrón y suspira. 


lunes, 12 de diciembre de 2016

EL ALMA DE GALICIA: LA GAITA GALLEGA


No se conoce con claridad el origen de la gaita, no obstante si se sabe, que su aparición es anterior al cristianismo y se cree a su vez, que apareció en un ambiente pastoril al añadir a una flauta un odre de piel de cabrito, cordero u otro animal.


En la confección de la gaita, la elección de la madera dependerá del gusto de cada gaiteiro, unas son más sensibles que otras a los cambios bruscos de temperatura y humedad y esto es importantísimo tenerlo en cuenta.
La más sensible es el boj, y es muy apreciado por los solistas por su dulzura y riqueza armónica. Es la madera autóctona que más se ha utilizado para construir la gaita tradicional gallega.
El boj es generalmente un arbusto ramoso y siempre verde intenso y brillante por el haz y verde pálido por el envés. Se cría en valles fluviales y laderas umbrosas y rocosas.
Para la funda o vestido se puede escoger entre cuatro diferentes modelos. La funda estándar de terciopelo, la brocada, la de lino y la doble que es una combinación de las anteriores.
El proceso de elaboración empieza por la tala del árbol. Está demostrado que las mejores épocas de tala son el cuarto menguante de la luna de enero y el cuarto menguante de la luna de agosto y la razón es que en ambos casos la circulación de la sabia es mínima y por lo tanto la expulsión de esta será más fácil y rápida. Se trata de conseguir un perfecto secado al mismo tiempo que mantenemos la madera viva.

Una vez talado el árbol, se deja quince días sin cortar las ramas para que estas succionen la máxima cantidad de sabia posible. 

El aroma que desprende evoca siempre recuerdos muy entrañables de otras épocas así como lo hará también el sonido de la gaita después.
Su madera es muy valorada; es dura, densa, fácil de tornear, pulir y teñir y sirve para fabricar pequeños objetos, entre ellos instrumentos musicales de viento y algunas piezas para las gaitas.
Comienza entonces una larga sucesión de fases de tratamiento hasta que la madera queda totalmente seca.
Se trata de lograr un instrumento de excelentes timbres y con mínimos cambios físicos en el futuro.
Cada gaitero puede personalizar su gaita, eligiendo la tonalidad, la madera, las anillas, la funda, fleques, grabados...
Durante el franquismo, la música tradicional gallega fue forzada a adaptarse a la visión política del momento, sin embargo con la desintegración y caída de este, la tradición  volvió a tenerse en cuenta.
A partir de 1980 aparecen muchos cantantes y grupos que partiendo de la música tradicional la fusionaron con otras músicas.
El pueblo empleaba la música en muchas ocasiones y por numerosos motivos: para expresar sus inquietudes, para transmitir normas sociales, para protegerse de los males y atraer los favores divinos, para celebrar acontecimientos, facilitar el trabajo, divertirse o hacer mas llevaderos los momentos duros.

sábado, 26 de noviembre de 2016

DRUIDAS


El Druída en la religión de los antiguos pueblos celtas, era la persona que ejercía las funciones de sacerdote, poeta, juez y legislador. Gracias a su exigente y larga educación, adquirieron un prestigio sin igual en la antigua Galia.
Los más importantes fueron los que se establecieron en la Galia y en las Islas Británicas,donde eran los depositarios de toda la tradición oral de los pueblos celtas.
Creían en la inmortalidad del alma, tenían la creencia de que sus muertos continuaban viviendo en otro mundo.
Compartían la predilección por el estudio del universo y los números.
A pesar de su elevada posición social, participaban en el resto de las labores de la comunidad, tanto en los trabajos agrícolas como en las campañas militares aunque su principal ocupación era la educación de los jóvenes, el arbitraje de los distintos litigios ocurridos entre las diversas tribus y la celebración de los distintos ritos religiosos. Profesaban una filosofía cuyo objetivo era lograr que las relaciones entre los hombres fueran más armoniosas; además, su vida estaba basada en la observación de la naturaleza, en la que descubrieron los usos medicinales de un buen número de plantas. Consideraban al tejo como un árbol mágico, del cual extraían la sabia y recogían la corteza y las bayas para hacer ungüentos y conjuros
Los druidas tanto hombres como mujeres gozaban de un gran prestigio en la sociedad celta. Ni siquiera el Rey podía tomar la palabra en una asamblea antes que su druida.
A pesar de la conquista y romanización de la Galia y la Britania que tuvo lugar a partir del siglo III d. C. la cultura gala y la religión druídica mantuvieron casi plenamente su vitalidad hasta que fueron progresivamente marginadas, perseguidas y asimiladas por el cristianismo. En la parte norte de la Península, la influencia romana fue menor y ello ha permitido que en esta zona se conserven más restos de los celtas.
El cristianismo hizo todo lo posible por erradicar cualquier tipo de culto religioso pagano. Los cultos druídicos pueden considerarse definitivamente extinguidos en la segunda mitad del primer milenio de la era cristiana.

La sierra lucense es uno de los pocos lugares de Galicia en los que se conserva el "árbol de la muerte". El tejo es un árbol mágico que puede llegar a vivir cientos de años. Allí, en la sierra del Caurel, como escondidos de las miradas de ojos indiscretos, todavía se levantan orgullosos apuntando al cielo. Árboles sagrados que fueron venerados por los druidas celtas en sus rituales.
Las tierras altas del Caurel están cargadas de ancestrales energías. Un santuario verde, un conjunto montañoso, un atierra olvidada que se queda sin gente. Un bosque considerado como el santuario Europeo del tejo- venerado por los celtas- y el acebo que conviven con robles, hayas, avellanos, castaños y olmos entre otras.
Aquí, afirman algunos, se encuentra el Monte Medulio, espacio sagrado donde los antiguos pobladores de estas tierras prefirieron suicidarse antes de caer en manos de los romanos que los asediaban sin cesar bebiendo una bebida realizada con las bayas de los tejos, altamente venenosas.
Este lugar, el Monte Medulio, quedó inmortalizado para siempre en la historia de Galicia, como el lugar en el que un pueblo prefirió la muerte antes de entregarse al invasor.





martes, 15 de noviembre de 2016

LELA



Castelao, polifacético novelista, dibujante, caricaturista, pintor, teórico 

del arte y político, reflejó siempre en su obra su compromiso con el galleguismo y con el mundo.
Murió el 7 de Enero de 1950 en el sanatorio del Centro Gallego de Buenos Aires. Sus restos fueron trasladados a Galicia en 1984 y ahora descansan en el panteón de Gallegos Ilustres, en el monasterio de Santo Domingo de Bonaval. 
La Dirección General de prensa del gobierno de España despachó instrucciones a los medios acerca de como tratar la noticia:


«Habiendo fallecido en Buenos Aires el político republicano y separatista gallego Alfonso Rodríguez Castelao se advierte lo siguiente: La noticia de su muerte se dará en páginas interiores y a una columna. Caso de insertar fotografía, esta no deberá ser de ningún acto político. Se elogiarán únicamente del fallecido sus características de humorista, literato y caricaturista. Se podrá destacar su personalidad política, siempre y cuando se mencione que aquella fue errada y que se espera de la misericordia de Dios el perdón de sus pecados. De su actividad literaria y artística no se   hará mención alguna del libro "Sempre en Galiza" ni de los álbumes de dibujos de la guerra civil. Cualquier omisión de estas instrucciones dará lugar al correspondiente expediente.
" Qué emocionante es ver a un viejo que llora por un amor que perdió cuando era joven. Los ancianos deben atesorar los amores de juventud porque les ayudan a vivir; pero los amores tardíos los matan y su muerte hace reír a la gente" dice Castelao en el prólogo de su obra.
Sin embargo decía Picasso que un hombre tiene siempre la edad de la mujer que ama.
Aunque, en verdad, creo que un hombre envejece cuando deja de enamorarse.

En 1941 Castelao estrena su obra teatral " Os vellos no deben de namorarse" ( Los viejos no deben de enamorarse) para la cual compone la letra de la canción Lela, que es el personaje de la obra.
Lela es una canción de desamor, un amor que fue maravilloso pero que ya terminó.
Escrita para el teatro, consta de tres actos, donde juegan el amor y la muerte su eterna partida, con tres viejos imprudentes.




viernes, 11 de noviembre de 2016

MAGOSTO


Una celebración tradicional  y popular en Galicia  que se celebra al anochecer en el mes en el que nos encontramos -Noviembre- es el del magosto. El lugar originario de esta  celebración era el monte, aunque siempre se pudo celebrar en casa, al lado del fuego del hogar o en cualquier rincón del pueblo. También, en el atrio de la iglesia o en una encrucijada  al pie de un "cruceiro"

Por "San Martiño", 11 de Noviembre, las castañas ya maduras empiezan a abrir los erizos y a caer en el suelo creando una alfombra que va del verde a los tostados en las más variadas tonalidades.

Comienza, entonces, una celebración simbólica-culinaria que se ciñe normalmente a estas fechas. La época de los "magostos" en Galicia. Y se le ha considerado como un vestigio de un antiguo sacrificio en honor a los muertos.
En cuanto al aspecto simbólico del fruto típico del magosto: la castaña, podría simbolizar la inmortalidad al ser un fruto que proviene de un árbol de larga vida.

Es costumbre que durante la celebración del magosto, los participantes se tiznen la cara con la ceniza del fuego cuyo significado no es otro que tratar de simular una apariencia fantasmal que asuste a los vecinos, cuando ya entrada la noche, se volvía a las aldeas.

Concentra a los vecinos alrededor del fuego y tiene el significado de honrar las cosechas, devolviendole a la castaña la importancia que el maíz y la patata, llegados de América, le quitaron hace varios siglos.
Se cuentan historias, se canta y se baila al compás del sonido de gaitas y panderetas, alrededor del fuego, mientras la oscuridad de la noche se cierne sobre los participantes.


El 1 de Noviembre, los celtas apaciguaban los poderes del otro mundo y propiciaban la abundancia de las cosechas con la celebración de la fiesta del "samahain", la cual era para unos el comienzo del invierno y para otros el final del verano. No obstante, en cualquier caso, era el inicio de un período de intensa comunicación entre los habitantes de este y del otro mundo.

Por las misma fechas, los romanos celebraban las saturnales. El mundo de los espíritus se entreabría y salían diversos tipos de personajes, las almas , los cuerpos que habían sido enterrados y las sombras.
Todos se nutrían de los platos depositados sobre las tumbas.
Con la expansión del cultivo de castaños por los romanos, su fruto se convirtió en la base de la alimentación de la población, como fruto fresco, seco o molido para hacer harina.

jueves, 3 de noviembre de 2016

EL ADIÓS EN EL AIRE


Tocan a muerto, se oye el tañer de la campana por el valle arrinconando al silencio. Es un sonido grave, con cadencia serena y melodiosa. Alguien ha muerto. Las faenas se detienen al oír las campanas y de repente todo parece quedarse mudo, quieto. Levantamos la mirada hacia el sonido que impregna el aire y hacia el silencio que le sigue. Alguien dice: " seica alguén esquezeuselle de tomar alento"


Preciosa expresión gallega que nos dice que también se nos puede olvidar vivir. En el mundo rural es así. La muerte es compañera inseparable de la vida. Se convive con ella.
Cambiando el rugido de la ciudad fiera por la melodía de los sonidos de la naturaleza, la vida y la muerte parecen tener más sentido al no estar maquillada de irrealidad.
Sentir que se forma parte de un todo, que cada parte, por muy insignificante que parezca posee su importancia formando un equilibrio cósmico, que sin su aportación todo quedaría desestabilizado. Y es que  sustituyendo grandes avenidas por grandes arenales, el infernal rugido del tráfico por el sonido del viento entre los árboles, el rojo, verde y ámbar de los semáforos por la luz de las estrellas, todo parece tener mucho mas sentido.

La familia gallega transciende el tiempo y el espacio, pues en nuestro mundo cultural, enormemente simbólico, los miembros fallecidos de la familia también conviven con los vivos en una relación que transciende la dimensión temporal y terrenal.
Se cree que las almas de los difuntos bajan a la tierra, sobre todo de noche y, en fechas señaladas, como son la Noche Buena y la Noche de Difuntos.
Era habitual en Galicia, que en esta Noche de Difuntos no se recogiese la mesa, pues las ánimas venían a visitar la casa familiar y estaba bien acogerles con comida servida. Por esa misma razón se solía dejar el fuego encendido en la chimenea. Y es que, es esta, una noche mágica, como muchas aquí, porque existe la creencia de que, en esta noche, igual que en la de San Juan, se abren las puertas del Más Allá y ambos mundos, vivos y muertos se encuentran  más cerca que nunca siendo posible el tránsito de uno a otro.
Así pasado, presente y futuro se juntan en una celebración anual.
En estas fechas recordamos con mayor intensidad a nuestros muertos, visitamos los cementerios, adornamos tumbas y encendemos velas, velas que servirán de guía a los difuntos y que deben permanecer encendidas hasta agotarse para que encuentren su salida del Purgatorio.
También se encienden lámparas de aceite sobre lápidas y se cree que cuando una de estas lámparas se consume indica que una ánima del Purgatorio alcanzó, al fin, la luz.
La estrecha relación que existe, en la cultura gallega, entre los vivos y los muertos, en el modo natural que la muerte se integra dentro de la vida como algo visible y siempre presente, no deja de ser un mecanismo inteligente y práctico de estar alerta, de entender y aceptar la frugalidad de la vida.
Una forma de integrar socialmente el dolor de la pérdida de un ser querido y un maravilloso mecanismo psicológico de superación del duelo, de superación de los traumas que pueden causar la muerte y la esperanza de una vida mejor, aunque fuese en otro mundo.
Si desapareciera el mundo rural, todo esto desaparecería.
Los muertos en la actualidad y en la mayoría de los casos han sido relegados a un lugar oscuro y olvidado, convertidos casi en tabú. La muerte ha pasado a ser algo horrible de lo que mejor es no hablar y todo ese mecanismo social de cobertura emocional frente a la desgracia de la muerte ha sido sustituido.

domingo, 30 de octubre de 2016

Sabor de otoño




Hay una señal inconfundible que anuncia la llegada del invierno y esa es la de los puestos de castañas asadas, que de un año a otro, vuelven a instalarse en las calles de ciudades y pueblos, casi siempre repitiendo emplazamiento.
Es esta, una invasión silenciosa, que nos abre las puertas de la estación más fría del año.
Es reconfortante percibir el aroma de las castañas asadas cuando con las manos en lo más hondo de los bolsillos  caminamos refugiados dentro del abrigo. Un olor, que como todos los olores, es capaz de traer del pasado una colección de recuerdos y sensaciones que, en la mayoría de los casos, termina con la adquisición de uno de esos cucuruchos de papel, en cuyo interior viene nuestro calentito  manjar al que sostenemos otro año más en una hoja de papel que nos calienta las manos. Quema el cucurucho relleno de 3 euros de castañas. Quema, murmuran las gentes  perdiendose entre la niebla olorosa.
La verdad es que el fuego que desprende el bombo hay días que no es suficiente para soportar el frío, pero lo peor llega a última hora de la tarde, cuando las brasas se empiezan a apagar. Brasas de piñas y carbón para que estén sabrosas, pues en casa con la vitrocerámica o la cocina eléctrica no saben igual. Todo tiene su secreto. Y el otro secreto, claro, que las castañas sean de buena calidad.
La lluvia, como siempre, nos ha situado en el tiempo y los bosques gallegos muestran en esta época del año todo su esplendor, gracias a un curioso fenómeno: la marcescencia, que prolonga la permanencia de las hojas en los árboles. Un fenómeno que se caracteriza por el hecho de que las hojas no caen de inmediato, sino que se retrasa su caída. Todos los nutrientes que los árboles tenían en las hojas los reabsorben al tronco, a la savia, y de esta manera mantienen la hoja. Así, las "carballeiras" no tienen tanta maleza como otro tipo de bosques debido a que la hoja impide que la luz llegue abajo  evitando el crecimiento de otras plantas.
Es decir que las hojas secas no terminan de caer en invierno, manteniéndose en el árbol hasta que las hojas nuevas del roble se abren en marzo y empujan definitivamente a las secas del año anterior. Este fenómeno caracteriza nuestros paisajes boscosos de invierno, en donde podemos ver árboles perennes, caducos y en marcescencia.
Los tonos amarillos y rojizos empiezan a predominar en el bosque, a pesar de que estos bosques en su mayor parte están formados por árboles de hoja caduca.
Setas y castañas protagonizan los fogones de otoño.
Si en verano son las costas de esta tierra las que llaman la atención por su belleza, en otoño es el bosque el que llama la atención. El aire húmedo se mezcla con el aroma de nuestros árboles, del musgo, de las hojas secas que crujen al pisarlas y de fondo el sonido del agua, que a través de ríos y regatos, se va abriendo paso sinuosamente hasta alcanzar el mar.



Cuando llegue el frío del invierno  el silencio anidará en cada brizna de hierba de los prados, la vegetación aparentemente descansará y las raices creceran desarrollando se y afianzando el árbol al terreno conteniendo toda la vida hasta la primavera.

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