Sierra da Capelada. Ria de Ortigueira, Estaca de Bares.
Con el permiso del mar y de los vientos, en la costa de Ortigueira, diez mujeres --herederas de un oficio surgido de la necesidad - cada verano marcan en el calendario las lunas llenas y nuevas, esperando pacientemente a las mareas lunares para poder arrancar las algas rojizas de entre las rocas de Pena Furada. Una roca que emerge del mar y que por efectos de la erosión está horadada a modo de puente de doble arco.
Hace ya más de cien años que las mujeres de Loiba bajan en busca de algas. Descienden por los acantilados hasta llegar a las playas de O Coitelo, Gaivoteira, O Picón entre otras.
Playas hechiceras, llenas de farallones batidos por la espuma, cerradas entre acantilados como el tesoro más valioso.
Es una faena dura, tanto por la dificultad de acceso a las playas como porque sólo se puede hacer cuatro o cinco días cada mes, entre junio y octubre, siempre que el viento y la mar lo permitan y no cada fin de semana, pues la ley prohíbe la recogida en estos días.
Las algueiras han de meterse en el agua con la marea baja para poder apañar este fruto marino que escurre por las rocas bañadas por la marea pues las que están en la arena no sirven. Van metiendo las algas en sacos y para sacarlas de la playa, no hay otro medio más adecuado, que es el que se viene usando desde siempre, cargan los sacos en burro y suben por los caminos que serpentean la costa.
A los no entendidos, las algas nos parecen todas iguales, aunque desde luego no es así, las hay azules, pardas, verdes y rojas que son, estas últimas, las que se recogen.
Sólo pueden trabajar cuatro o cinco días, desde el mes de junio a octubre en ese espacio de tiempo que queda entre la bajamar y la pleamar. Este oficio, como no, está en vías de extinción.
Comparten acantilados con percebeiros y pulpeiros en los tramos más agrestes de la costa, a los pies de Estaca deBares.
Madrugan para llenar los sacos que arrastran por la arena y los van cargando sobre uno de los burros que bajan a la playa, ya que son los únicos animales capaces de subir la carga por un sendero rocoso y escarpado.
Los cabos que se adentran en el mar son los mejores miradores de este paisaje. Si la niebla está ausente se pueden ver dos de los salientes más emblemáticos de la costa gallega. Al oeste, más allá de la ría de Ortigueira se distinguen los farallones que marcan la punta del cabo Ortegal y al este se yergue la mole de Estaca de Bares con su faro.
Mientras, el sol se acuesta creando todo un espectáculo que emociona: gaviotas, alcatraces y cormoranes sobrevuelan las olas acompañadas por los últimos destellos de la luz del sol y por la brisa que parece mecerlos entre las ráfagas del viento.
Cando a rula comeza a rular, colle o fol e vai sementar-
Hubo un tiempo en que los agricultores observaban que las fases de la luna influían en la producción de los cultivos, estimulando la rápida germinación o retrasándola.
No está muy claro si es por la luz lunar, como aseguran unos ó por la gravedad de la luna sobre la tierra cómo aseguran otros. No se ha demostrado científicamente, pero lo que está claro es que influyen las fases de la luna en la savia de las plantas, al igual que en las mareas, por lo que se ha creado un calendario de siembra que favorece nuestros cultivos.
Así se siembra en la "leira" del mar
Realizar la resiembra en la playa con nuevos ejemplares juveniles es lo que garantiza el futuro de las mariscadoras. Quien tiene un barco pesquero, tiene una leira debajo del mar. Aquí , también se pasa el arado, un tractor hace las veces. No le hace ningún daño al fondo. La relación entre cantidad de suelo y semilla la establecen los biólogos. Todos los años, se compra semilla, se prepara la zona donde se va a echar, arando con el tractor para que se entierre antes de que venga la marea.
Al principio a penas son visibles, pero a lo largo de un tiempo esos ejemplares de almejas crecerán desde los nueve a los dieciséis milímetros para terminar con los cuatro centímetros que alcanzarán en su madurez cuando estarán listos para ser recogidos, aunque durante este tiempo deberán lidiar con bastantes enemigos:
" A ameixa babosa quérea todo o mundo, os caramuxos, os cangrexos..." Un manjar muy codiciado que se ha topado con otro depredador que está aguando la fiesta de manera especial en la ría de Pontevedra: la estrella de mar.
Se ha autorizado por la Consellería do Mar colocar nasas para evitar que destrocen todo el trabajo realizado. " polo menos ata que as ameixas non acaden o tamaño suficiente para enterrarse baixo a area e permanecer ocultas aos ollos dos cazadores".
Y por el camino, a lo largo de esos 24 meses de espera, muestreos para seguir su crecimiento y controles para vigilar a las especies que acechan sus cultivos. Las algas del verano son especialmente nocivas para las almejas, hay que retirarlas a tiempo si no, estas mueren asfixiadas. "Los furtivos del bañador", son otros enemigos que se deben combatir con vigilancia de guardacostas o ellas mismas, las mariscadoras, se encargan de hacer turnos para evitar el furtivismo.
Están curtidas por el esfuerzo del trabajo físico, no importa su edad, a todas les llega el agua hasta la cintura y se levantan una y otra vez cuando ese mar, no haciendo distinciones, las abate contra las piedras.
Su oficio: mariscar
Es una profesión dura, sobre todo los días de frío invierno donde no hace mucho mariscaban descalzas esperando el momento en que la marea bajara lo suficiente para poder recoger las almejas escondidas bajo la arena unos metros más allá donde mueren las olas.
Un oficio muy antiguo para hijas y nietas de mariscadoras en el que el sueldo era un pellizco con el que las esposas completaban el del marido.
Ahora, los tiempos han cambiado y las mariscadoras se ganan por si mismas la vida en el mar luchando siempre, porque hay inviernos lluviosos que dulcifican el agua ocasionando la muerte del marisco.
La contaminación en la ría es otra de las causas de sus desvelos e incluso las mareas altas convierten el mariscar en una ardua tarea.
Reumas, espaldas doloridas y dolores en las articulaciones apenas tienen importancia para estas mujeres luchadoras, que además del trabajo de recoger el marisco tienen que acondicionar las playas e incluso guardarlas en verano de los furtivos que haciéndose pasar por turistas aprovechan para quitarles el pan. Así es que hay que establecer turnos de guardia desde el mes de junio hasta finales de septiembre alrededor de unas seis horas diarias que es lo que dura la bajamar.
En invierno las playas necesitan ser limpiadas de algas, unas invasoras y otras que vienen arrastradas por el mar se acumulan en las zonas del marisco aprisionándolo y asfixiándolo si no se retiran.
Y de nuevo, realizar la resiembra en la playa con nuevos ejemplares juveniles, lo que garantiza el futuro de las mariscadoras.
Cargadores de la isla mecedla con suavidad, que lleváis sobre los hombros a la Reina de la mar!.
Cargadores de la isla esa que vais a sacar es la virgen marinera, que huele a marisco y sal;
Tú, cargador, que no sabes rezar la Salve, quizás: si cuando lo saques, meces
Ya ha pasado mucho tiempo desde que empezaron a sentarse en el muelle de cara al mar. Se reúnen allí todas las tardes si no llueve, aunque sea invierno, aunque haga frío, aunque el sol y el viento hayan ido quemando su piel. A veces aún aguantan chaparrones y lloviznas. Siempre dicen. " Escampará pronto"
La mirada se pierde en el horizonte, saben que ha pasado toda una vida, que no es posible ya que vuelvan, pero en el fondo, sin querer, todavía aguardan.
¿Y si les pasa como a Carmen?, que un día sin que nadie lo esperara, al fondo de la boca de la ría, como una sombra, maltrecho, apareció su Manuel.
Manuel se encontraba durmiendo cuando se produjo el desastre y cuando estaba a punto de saltar por la borda la succión del barco lo arrastró hacia el fondo marino. Tuvo la gran suerte de que una enorme burbuja de aire procedente del interior del barco que se hundía le hizo de nuevo alcanzar la superficie
Llegó contando que el viento iba en aumento después de haber pasado la bocana de la ría, más allá de las Cies; sin embargo no era nada que no hubiera visto antes. Lo que se estaba haciendo imponente era la mar. Al rato de empezar la zarabanda una rompiente inundó parte de la bañera. Los aparatos marcaban entre 35 y 40 nudos, pero eso no era lo más imponente, sino las olas, sobre todo, porque era prácticamente de noche y siempre, en la noche imponen mucho más.
Las olas saltaban dentro del barco dejándolos chorreando. Algunas hacían el efecto de una bofetada porque cuando se desploman así, todo retumba y mientras el agua se deslizaba como un torrente pensaron en aquel refrán que dice " el que anda por el mar aprende a rezar"
Son duras las mujeres gallegas, muy duras ante el dolor, la soledad y la pérdida de un ser amado. Se puede leer en sus caras una profunda pena y en el cuerpo y en el alma el agotamiento que la incertidumbre deja ante el desconocimiento del paradero de alguien querido desaparecido en el mar
La mar, igual que la sangre circula por sus venas confiriendo a su espíritu una fortaleza forjada a base de temporales y galernas que dejaron en estas costas incontables cosechas de viudas de náufragos, de lacrimales secos y de dolor profundo ante la pérdida de aquello que aman.
Ellas no se marean nunca en los barcos y el mareo en el mar es horrible, Tiene dos fases bien definidas: la primera es aquella en la que crees que te vas a morir y la segunda en la que te das cuenta de que, por desgracia, no te mueres.
Tampoco les marea la vida que la agarran bien fuerte a pesar de sus pérdidas.
Y como alguien dijo en una ocasión " los hombres somos muy pobres, demasiado pobres como para ir perdiendo amores y amigos en la vida.
Dicen que habelas, hailas, la cuestión es donde buscar y encontrar a las verdaderas brujas, las mujeres sabias, las conocedoras. No son tan habituales, ni tan siquiera tienen que leer las cartas.
La bruja de antaño era la auxiliadora, la médica, la que permanentemente se hallaba unida a la naturaleza. En ocasiones, también la hacedora de magia, pero no viéndola como algo sobrenatural, sino como parte de la naturaleza.Pero,¿donde encontrarlas?
Es seguro que siempre será fuera del mundanal ruido de la actual sociedad y aún cuando viva en ella, siempre le será necesario el contacto con la naturaleza y con sus raíces. No, no es tan fácil encontrara a una verdadera Meiga.
Galicia ancestral, cuna de la magia, cuna de misterios y de meigas, una tierra que bien merece ser visitada donde la belleza está por todas partes, esa belleza que te hace sentir tantas y tantas cosas buenas.
Hay hechos, leyendas y tradiciones de las que hay muy poco escrito. En realidad, los verdaderos secretos de las meigas no están plasmados en las hojas de los libros y su saber se transmite de boca en boca. Pero desgraciadamente no hay meigas jóvenes.
Cada vez son menos quienes continúan con la labor de la meiga de antaño, ya que la bruja verdadera viene de generaciones pasadas y se transmite en los genes; en última instancia deberá ser la mujer la que decida dedicar su vida a ser meiga o declinará tal labor y don.
La propia sociedad en la que vivimos no propicia a la meiga y muchas son las que han huido de estas tierras, que llevadas por la avaricia montan consultas esotéricas, realizando predicciones con mayor o menor acierto, pero olvidando su verdadera esencia.
La verdadera meiga siempre ha sido y continúa siendo fiel a sus creencias sintiendo que lo que algunos denominan sobrenatural, en realidad está muy presente y nos envuelve. Ella lo sabe y lo usa en su beneficio, pero sobre todo, en beneficio de las personas que, incluso ni siquiera conoce.
En la vertiente norte de las montañas más altas de Galicia, el macizo de Peña Trevinca, se encuentra el teixedal de Casaio.
El valle de Casaio, es como un paisaje lunar formado por montañas de escombros de las minas de pizarra.
Bordeando el curso alto del río San Xil, a 1350 metros de altitud, distinguimos las manchas oscuras de los tejos, mezcladas con abedules, acebos, robles y serbales; los últimos que resisten de una historia que se extiende a lo largo de millones de años. Apenas cuatrocientos o quinientos ejemplares. Es el único bosque que queda en Galicia.
Los tejos son una de las especies más longevas, pues pueden alcanzar los dos mil años de edad. Siempre han estado rodeados de leyendas. Los celtas los utilizaban para adivinar el futuro y, los cristianos los plantaban en los cementerios como símbolo de la vida eterna. El veneno que contiene su madera y sus hojas produce la muerte por parálisis respiratoria.
Los celtas del monte Medulio, últimos defensores de la independencia de Gallaecia frente a los romanos, lo utilizaron para suicidarse antes de rendirse ante los conquistadores, ingiriendo ese fruto rojo tan llamativo.
Un árbol excepcional, que una vez estuvo extendido por toda Galicia, pero del que hoy casi no quedan ejemplares y en ningún caso formando bosques, salvo en el Teixedal de Casaio, en las tierras más inaccesibles y menos conocidas de Galicia. Es una de las pocas reservas de tejo existentes en el planeta, restos de un antiguo bosque atlántico de la época Terciaria.
La época ideal para apreciar la belleza de este singular bosque es en pleno otoño, cuando los frutos de los acebos y los colores de los tejos nos regalan un hermoso paisaje natural.
Una de las historias que guarda en su memoria Cangas de Morrazo ( municipio de la provincia de Pontevedra) es la de María Soliña, condenada allá por el siglo XVII por la Santa Inquisición, acusada de brujería.
Esta mujer no fue más que una víctima de un plan maquiavélico orquestado por el Santo Oficio y los nobles de la época- como en otras muchas ocasiones con otras mujeres- quienes no pretendían otra cosa que despojarla de todos sus bienes.
Por aquel entonces, Cangas era un pueblo de pescadores que vivía de las ganancias que generaba la pesca y la salazón del pescado.
Corría el año 1617 cuando piratas turcos-berberiscos asolaron la ría de Vigo.
Intentando desembarcar en Vigo, se encontraron con la fuerte oposición de los vecinos y entonces se dirigieron a Domaio expoliando cuanto encontraban a su paso. En la contienda, estaban Antonio Soliño y Pedro Barba, hermano y marido de María Soliño, cuyos cadáveres aparecieron abandonados, como otros muchos, en la playa.
Con barcos y utensilios de pesca destrozados y sin viviendas, el pueblo se sume en la más absoluta pobreza, impidiendo que los vasallos paguen las rentas que los nobles exigen por el uso de sus tierras.
Así las cosas, los nobles de la época que no estaban dispuestos a perder el poderío económico que ostentaban desde hacía décadas, inician una campaña con el apoyo de la Santa Inquisición, para denunciar por brujería, a mujeres de la época que gozaban de una buena posición económica, mezclándolas con otras que eran pobres para no despertar sospechas sobre sus verdaderas intenciones.
María Soliño, al enviudar, pasó a ser poseedora de todos los bienes de su difunto marido. Siendo como era, mujer de una importante fortuna, enseguida llamó la atención de los nobles del lugar.
La pérdida de su hermano y de su marido parece que la sumió en una profunda depresión y cada noche recorría la playa acompañada por las olas, donde la brisa del mar parecía que mitigaba sus penas y le confería una sensación de paz.
Este comportamiento llamó la atención del pueblo y el chismorreo fue canalizado en una acusación de brujería ante la Inquisición.
Las continuadas visitas a la playa de noche fueron, de esta manera, causa suficiente para iniciar contra ella un proceso por diferentes acusaciones relacionadas con la brujería.
María Soliño fue llevada a las cárceles secretas del Santo Oficio en el año 1621.
Fue acusada de entregar su alma al diablo y de poseer poderes demoníacos capaces de causar los más terribles males. Fue sometida a tortura física y psicológica hasta que confesó ser bruja desde hacía más décadas. Con este declaración María fue despojada de sus posesiones ( que fueron repartidas sigilosamente entre los nobles) y se le condeno a lucir un Sambenito, prenda que la marcaba como proscrita ante la sociedad.
Por todo esto fue despojada de cuantos bienes poseía.
Se sabe que nació en el año 1551 en la villa de Cangas, sin embargo nada se sabe de la fecha de su muerte. No hay partida de defunción, ni se conoce el lugar donde pudo ser enterrada, lo que ha contribuido a aumentar el mito del personaje nunca muerto.
María Soliña ( Celso Emilio Ferreiro)
Polos camiños de Cangas a voz de vento xemía:
ai, que soliña quedache, María Soliña.
Nos areales de Cangas, muros de noite se erguían:
Ai, que soliña quedache, María Soliña.
As ondas do mar de Cangas acedos ecos traguían:
ai, que soliña quedache, María Soliña.
As gaivotas sobre Cangas soños de medo tecían:
ai, que soliña quedache, María Soliña.
Baixo os tellados de Cangas anda un terror de agua fría
" Es verdad que las brujas damos miedo, sobre todo a los hombres. pero es un miedo fundamentado en prejuicios, en el propio miedo del hombre al poder de la mujer."
La caza de brujas fue una matanza masiva dirigida a las mujeres que se desarrolló en los siglos XV y XVII en algunos territorios de Francia, Alemania, España, Italia, Inglaterra, Suiza, Escocia e Irlanda, alcanzando su punto máximo entre los años 1580 y 1630.
Las brujas fueron mujeres resistentes que combatieron la imposición de cambios a su cultura. La bruja se convirtió en un arquetipo de lucha, de resistencia ancestral para dar fortaleza a los deseos de libertad.
Fue la Iglesia Católica la gran impulsora de esta matanza a través de la Inquisición, especializada en identificar, torturar, castigar, matar y quemar a las brujas.
Durante la Edad media la gente creía que el mundo estaba vivo, que la naturaleza tenía poder. La Iglesia y también el Estado, crearon la figura de la bruja, a quien se le culpaba, más que por lo que efectivamente hacía, por tener las capacidades para hacerlo, las cuales eran otorgadas por su cultura que era, realmente lo que querían abolir.
Así, brujas eran en su mayoría mujeres campesinas, pobres y viejas quienes se resistían a cambiar sus costumbres. Eran mujeres sabias que conocían y utilizaban las propiedades de las hierbas para curar y prevenir enfermedades, para prevenir embarazos y también para interrumpirlos. Mujeres que llevaban sobre sus hombros todo el legado de la tradición con el cual alimentaban de conocimiento y costumbres a sus pueblos, resistiéndose a los cambios que la clase dominante venia aplicando.
La mayoría de las brujas eran mujeres viejas y valientes que mantenían férreamente sus costumbres. Más del 80% de las personas juzgadas y ejecutadas en Europa durante los siglos XVI y XVII fueron mujeres, siendo perseguidas por el crimen de brujería, más que por cualquier otro crimen.
La caza de brujas fue un fenómeno político cuyo objetivo fue erradicar prácticas y grupos de individuos de la comunidad, mediante el terror y la criminalización con el fin de que no estorbasen o impidiesen el establecimiento del nuevo orden social, político y económico que quería imponerse y como en cualquier régimen de terror existió una gran publicidad que manipuló la opinión pública.
Las acusaciones consistían en la entrega de niños al diablo, males de ojos, el robo de miembros masculinos, realizaciones de aquelarre, entre otras.
Cuestiones bastantes ridículas e increíbles que sin embargo atentaban contra las costumbres de las personas de abortar, prevenir embarazos, vengarse de quien los dañara y realizar reuniones destinadas a organizar la resistencia.
La historia ha sido escrita por algunos y para algunos hombres, por lo tanto no es de extrañar que no aparezcan en el relato oficial resistencia, insurrecciones, levantamientos, rebeliones y revoluciones de aquellos o aquellas que se han negado a soportar las condiciones miserables de esta sociedad.
Las brujas siempre han sido mujeres que se han atrevido a ser valerosas, agresivas, inteligentes, no conformistas, curiosas, independientes, liberadas sexualmente, revolucionarias… BRUJA,vive y ríe en cada mujer. Ella es la parte libre de cada una de nosotras, eres una bruja por el hecho de ser mujer, indómita, airada, alegre e inmortal. (Federici Silvia, 2004, 221, El calibán y la bruja
Hay trabajos que se llevan a cabo donde nadie los ve, donde nadie los aprecia. Solo se aprecian cuando están mal hechos, cuando fallan o cuando este trabajo no existe. Hace falta que algo no funcione para que le demos valor a lo que en sí ya lo tenía.
Hace frío a veces, o calor, o llueve, o no, entre gaviotas, viento, olor a salitre intenso y humedad que cala hasta los huesos están estas mujeres: las artesanas del mar, como en ocasiones se les ha llamado.
Estas, son las redeiras o rederas que reparan o reponen el material de las redes de pesca. Es una de las profesiones más ancestrales, y, hasta ahora ningún artilugio moderno ha igualado la labor de las expertas manos de estas mujeres.
Son las siete de la tarde. En cualquier puerto pesquero de la costa gallega, los barcos van buscando el amarre después de una jornada de pesca. En el muelle, un grupo de marineros intenta bajar una lancha al mar, mientras otros dos hombres dan los últimos brochazos de pintura a una embarcación. Justo enfrente, en uno de los locales un grupo de mujeres charla y ríe animadamente mientras sus ojos no se despegan de las mallas y ni de las agujas que tienen entre las manos. Son las rederas. Se han hecho un hueco en el mundo de los hombres. El trabajo de arreglar las redes que estas mujeres hacen es un eslabón prioritario en la pesca.
Trabajar con precisión y rapidez es fundamental, sobre todo en invierno, que es la época en que hay la mayor carga de trabajo.
Están siempre a pie de puerto, haga frío, lluvia o sol realizan un trabajo infravalorado y muy duro atesorando un conocimiento artesanal heredado con práctica generación tras generación.
Soportan horas de duro trabajo en los muelles de los puertos realizando las labores de confección, atado y mantenimiento de redes.
Los marineros no saldrán a la mar sin las redes reparadas o remendadas como hermosos vestidos marinos. De nada sirve un buen barco o un buen banco de peces porque no habrá redes para recogerlos.
Con el trabajo de hilo a hilo, de nudo a nudo, los peces se convertirán en pescados.
Hay que tener cuidado al colgar la red sin enredarla, ya que pueden ser muy difíciles de desenredar y si esto pasara hay que tener cuidado de cortar solo un hilo pues de lo contrario se desharía toda.
Anzuelos, trampas, redes, y señuelos son algunos de los
métodos utilizados por el hombre desde hace miles de años
para la captura de peces.
Cae la tarde en el muelle del puerto.Es hora de irse a casa, hay que recoger las herramientas de costura. Se han pasado el día reparando una red de pesca casi inservible por la mordedura de un delfín. Una navaja, una aguja e hilo bastan para remendar las incontables piezas que conforman una red de pesca." Un buen sombrero para cuando aprieta el sol" advierten los armadores.
Son casi las ocho de la tarde y empieza a refrescar en el muelle. Es hora de irse, a las cuatro de la madrugada se vuelve al muelle para salir a faenar.Y así... otro día, otro día más.
Eran años difíciles en Europa. El 1 de Septiembre de 1939 Alemania invade Polonia con la pretensión de crear un gran imperio. Era el comienzo de la segunda guerra mundial.
Desde finales de 1939 hasta los comienzos de 1941 Alemania conquistó gran parte de la Europa continental. Una guerra cruel y absurda como todas las guerras que ha iniciado el hombre a lo largo de la historia y que se extendió como la mala peste entre los pueblos del mundo creando dolor y sufrimiento dejando tras de sí millones de muertos.
Muchas han sido las historias contadas sobre estos años crueles, pero es posible que no tantas como la historia de cada una de las personas que la vivieron. Porque si que es verdad, que detrás de cada vida hay siempre una historia que contar.
Entonces, las estaciones del ferrocarril eran en su gran mayoría tristes y oscuras, el traqueteo del tren acompañaba las vidas de los viajeros hasta adormecerlos. Era un buen lugar para ocuparse de los propios pensamientos. Estos viajes se convertían, en ocasiones, en una verdadera pesadilla a consecuencia de sus interminables paradas en algunas estaciones trayendo como consecuencia enormes retrasos.
En la estación de un pueblo del interior de Galicia - Ribadavia - en la provincia de Orense, un hombre lleva todo el día acurrucado en una esquina del único banco de madera que hay en el andén, tapado con un viejo y raído abrigo. Es Abril y en esta tierra los abriles, a veces son fríos y lluviosos.
No habla con nadie, nadie le hace caso, apenas le miran. Cada uno va y viene a sus tareas y a sus vidas. Los trenes siguen llegando y marchándose a la orden del silbato y bajada de bandera del jefe de estación.
Comienza a caer la noche y el hombre, allí, continúa sin moverse. Lola, una de las tres hermanas que regenta la cantina de la estación se acerca a aquel hombre, le habla y él le responde en un idioma que ella no conoce. Algo encuentra en su mirada que hace que Lola se lo lleve para casa dándole cobijo.
Había llegado de Lyón, de donde se había escapado del campo de concentración.
Con aquel hombre comienza, Lola y sus dos hermanas a tejer una red de fuga - por la que llegaron a ayudar a escapar más de un millar de judíos- que nacía en los Pirineos y moría al otro lado del rio Miño, en Portugal.
La cantina de la estación de Ribadavia era un kiosko ubicado al lado del edificio de viajeros donde los niños del pueblo, aprovechaban los recreos del colegio para ir a probar los dulces caseros. Nadie podía sospechar que aquella mujer con dos taxistas, un emigrante retornado y un barquero, eran los que formaban la red clandestina que ayudaba a pasar a los judíos al otro lado de la frontera, a Portugal.
El nombre en clave era "la madre"
En la cantina vendían rosquillas y melindres y todo tipo de bebidas. También lo hacían a través de las ventanillas desde el andén e incluso subían al tren mientras este se encontraba parado y después se bajaban en las estaciones contiguas regresando en el siguiente.
Lola, aprovechaba la venta ambulante dentro de los trenes para contactar con algún emisario que le indicaba el día, la hora y el vagón donde vendrían los huidos. Una vez llegados allí y aprovechando la oscuridad de las noches sin luna, eran conducidos en los taxis por carreteras comarcales hasta Frieira, a orillas del Miño, para desde allí, pasar en barca hasta Portugal.
Agentes de la Gestapo llegaron a la zona pues desconfiaban que aquel lugar era paso de judíos huidos desde Alemania.
No fueron ellas ni sus familiares quienes desenterraron el juramento de silencio que las Touza se hicieron en vida.
Lola Touza falleció a los 72 años en 1968 sin que nadie llegara jamás a sospechar esto, ni siquiera los familiares más directos que se enteraron muchos años más tarde cuando en 2008 el gobierno Israelí rindió homenaje a las hermanas Touza concediéndoles el título de " Justos entre las Naciones" por parte de la fundación Yad Vashem.como a todos aquellos que salvaron a sus compatriotas del exterminio.
Hay un árbol plantado en una colina de Jerusalén- donde brotan pinos- en memoria de los llamados Justos entre las Naciones.
Los días en que la luna y las mareas lo permiten y cuando apenas asoma el sol y tiñe de naranja el cielo, muchas mujeres de la costa gallega se enfundan en sus petos de plástico y cogiendo sus neumáticos a modo de flotadores, sus capachos y cargando con sus rastrillos al hombro, se meten en el agua y aproximadamente durante unas cuatro horas rastrean la arena mientras el oleaje golpea con fuerza los grandes flotadores negros que atan a sus cinturas.
Están curtidas por el esfuerzo del trabajo físico, no importa su edad, a todas les llega el agua hasta la cintura y se levantan una y otra vez cuando ese mar, no haciendo distinciones, las abate contra las piedras.
Su oficio: mariscar
Es una profesión dura, sobre todo los días de frío invierno donde no hace mucho mariscaban descalzas esperando el momento en que la marea bajara lo suficiente para poder recoger las almejas escondidas bajo la arena unos metros más allá donde mueren las olas.
Un oficio muy antiguo para hijas y nietas de mariscadoras en el que el sueldo era un pellizco con el que las esposas completaban el del marido.
Ahora, los tiempos han cambiado y las mariscadoras se ganan por si mismas la vida en el mar luchando siempre, porque hay inviernos lluviosos que dulcifican el agua ocasionando la muerte del marisco.
La contaminación en la ría es otra de las causas de sus desvelos e incluso las mareas altas convierten el mariscar en una ardua tarea.
Reumas, espaldas doloridas y dolores en las articulaciones apenas tienen importancia para estas mujeres luchadoras, que además del trabajo de recoger el marisco tienen que acondicionar las playas e incluso guardarlas en verano de los furtivos que haciéndose pasar por turistas aprovechan para quitarles el pan. Así es que hay que establecer turnos de guardia desde el mes de junio hasta finales de septiembre alrededor de unas seis horas diarias que es lo que dura la bajamar.
En invierno las playas necesitan ser limpiadas de algas, unas invasoras y otras que vienen arrastradas por el mar se acumulan en las zonas del marisco aprisionándolo y axfisiándolo si no se retiran.
Y después, realizar la resiembra en la playa con nuevos ejemplares juveniles, lo que garantiza el futuro de las mariscadoras.
Cargadores de la isla
mecedla con suavidad, que lleváis sobre los hombros
a la Reina de la mar!.
Cargadores de la isla
esa que vais a sacar
es la virgen marinera,
que huele a marisco y sal;
Tu, cargador, que no sabes
rezar la Salve, quizás:
si cuando lo saques, meces el paso con buen compás,
aunque no sepas la Salve,
Dios te lo perdonará
¡que mecer así a la Virgen,
ya es un modo de rezar!
Esta tarde de lluvia y viento trae viejas morriñas y recuerdos de otra tarde de lluvia que vuelve desde muy lejos trayendo imágenes, aromas y humedades que se pegaban a la piel. Música de "orballos", de luces y sombras reflejadas en la conciencia de esas piedras que viven en Compostela.
Hay una historia que quiero compartir, una historia de solidaridad y también una trágica historia de dos mujeres gallegas que bajo la fama de locura se escondía un drama personal.
Ellas eran muy conocidas en Santiago como "Las Marías" e inmortalizadas, ahora, en una escultura al comienzo de la Alameda.
Eran trece los hijos e hijas que tuvieron Arturo Fandiño y Consuelo Ricart, una pareja de artesanos que vivían del fruto de su trabajo.
Tres de sus hermanos eran miembros destacados de la CNT.
Al estallar la guerra civil asesinan a uno de ellos mientras los otros dos consiguen huir y aquí, comienza la tragedia, el drama de unas jóvenes que los falangistas tratan de utilizar para dar con el paradero de los hermanos.
Su juventud se había alimentado hasta entonces del clima de animación y esperanza que se vivía en Santiago. Cuando las hermanas Fandiño salían a la calle vestidas con la ropa hecha en casa, pues eran costureras, los estudiantes galleguistas y republicanos les llamaban "Libertad, igualdad y fraternidad" y los estudiantes de derechas "fe, esperanza y caridad" porque entonces eran tres, pero una falleció pronto.
Después de la sublevación militar franquista, este sueño revolucionario quedó ahogado en sangre. Las mujeres de la casa vivieron el horror que los falangistas les proporcionaban llegando a casa a altas horas de la madrugada llenando de terror a sus ocupantes y allí de noche, las sacaban desnudas a la calle, torturándolas, intimidandolas y arrebatandoles la dignidad.
.Con poco más de 20 años la vida de "Las Marías" se convierte en un mal sueño, una pesadilla que duró desde el inicio de la guerra hasta mediados de los años 40 cuando finalmente los hermanos huidos fueron arrestados y cesó la presión sobre las Fandiño.
A partir de entonces el trabajo desapareció, los clientes dejaron de llevarles ropa "por miedo a significarse ya que eran de una familia de anarquistas". Vivían en `parte gracias a la caridad de los vecinos que dejaban de forma anónima pequeñas cantidades de dinero en distintos comercios en los que después ellas compraban.
Consiguieron crear un mecanismo de defensa para poder sobrevivir a las vejaciones y humillaciones vividas: enloquecieron y, en su locura recuperaron el sueño de su juventud, escuálidas como si saliesen de un campo de concentración se vistieron de luz y color y llenas de afeites, polvos de arroz, colorete y carmín salían todos los días a la misma hora con la dignidad recuperada y con la fuerza de su locura desesperanzada y cruel, llena de hambre y miseria pero digna.
Siempre decían que todos los hombres se enamoraban de ellas y flirteaban con los estudiantes. Se les ha atribuido un papel fundamental en esa época de represión. Mucha gente que se sentía ahogada por el régimen y que no se rebelaba por temor a represalias, veían en "Las Marías" ese grito de libertad pues manifestaron su locura mostrándose rebeldes contra la sociedad.