domingo, 18 de junio de 2017

Supersticiones


Para una buena parte de la sociedad, la existencia de un mundo invisible de poderes paranormales es un hecho. Bajo esta idea subyacen la superstición y el pensamiento mágico, ambos muy extendidos.


Las supersticiones son creencias que se tienen de determinadas situaciones, sin la evidencia científica que puedan afirmarlo. 

En algunos países forman parte de la cultura popular, en Venezuela por ejemplo, muchas personas creen que situaciones de la vida diaria pueden o no, suceder de forma voluntaria e influirán de alguna forma en sus vidas.

 En Escocia se creía que dormir con un cuchillo bajo la almohada evitaría que las brujas se lo llevasen mientras dormían y en muchos países se considera fatídico regalar un arma blanca. En fin, un sin número de creencias que forman parte de la cultura de los pueblos.

Las supersticiones romanas estaban en gran parte relacionadas con el mundo de la naturaleza; los romanos leían presagios de desastres en el croar de los cuervos y encontraban protección contra el mal de ojo entre las hojas del acebo. Junto a esta consulta de los augurios, iba una fe en las propiedades mágicas, generalmente medicinales, de plantas y animales.

Las supersticiones nacen, pues, del temor ante: enfermedades, muerte, peligro, etc. Y para combatirlo, el hombre creó creencias y poderes especiales para liberar las malas influencias, ya que fue tomando conciencia de que los seres humanos compartimos el temor ante objetos, animales y situaciones idénticas o similares.

 De este manera podemos decir que todas las culturas o civilizaciones que han existido a lo largo de la historia han tenido la necesidad de crear sus propios mitos, explicaciones religiosas, supersticiones y su origen en el universo. Todas ellas son diferentes entre sí, por lo cual para una cultura o civilización son esenciales los relatos que expliquen su propio origen, donde no es importante si es real o imaginario.

martes, 13 de junio de 2017

MUIÑADA

¡Uy cuantísimos ríos hay en esta tierra gallega!. Maravilloso pasear por sus orillas y ver los reflejos de los salgueiros, loureiros, bidueiros, enormes helechos que mojan, a veces, sus pequeñas hojas en las aguas saltarinas del río. Te sientes en una realidad diferente y fantástica donde la magia de la vegetación, el sonido del agua  y los sonidos del bosque te trasladan, aún sin querer, a otra dimensión, a otro estado, más grato, más placentero, donde cualquier deseo pudiera hacerse realidad.

La variedad de colores y tonalidades de las hojas se aprecia principalmente en otoño, cuando la multitud de verdes da paso a pardos y rojizos para recibir al invierno con las ramas desnudas pero ahora, en verano, la frescura del color verde se hace sentir en la piel. Y ...en algún recodo  aparece de repente un molino de agua.



El molino es una construcción de piedras pequeñas cubiertas de teja, generalmente cuadradas, que se  dividen en dos plantas; tremiñado - parte superior- y el infierno - parte inferior.
Se localizan en las orillas de los ríos para provechar su caudal y trasladar el agua al molino. Una vez cargada la muela y echado a andar, el gordo de la harina se regula en la cruceta y en la caída de la acequia. Nos encontramos con varios tipos de calidades: el oleo que caía cerca del pie y que servía de papas para los niños, luego la harina propiamente dicha:  farelo, más lejos del pie y luego la harina brava con cáscara del grano de maíz o picón, granos machacados.



A veces, llueve tan fuerte que el caudal del río baja como un verdadero torrente, formando remolinos y espumeando en sus pequeños desniveles. Con esta enorme fuerza se podían mover hasta 53 molinos, donde se obtenía  la harina de maíz principalmente y ,de trigo y centeno en menor medida.

Hoy en día no se utilizan, claro está. Se restauran. Estos molinos de agua restaurados se reparten a lo largo de la Ruta da Pedra e da Auga que atraviesa la vegetación por donde discurre el río Armenteira

Pequeños, de apenas 30 metros cuadrados de superficie y de una sola planta , la arquitectura de los molinos tiene detalles sorprendentes como esas repisas ( en gallego, pousadeiros) junto a la puerta, en la que se descansaban los sacos y que al estar a un metro escaso del suelo reducían el esfuerzo necesario para cargarlos.


La molienda se realizaba sin descanso, de noche y de día. Para vigilar que el molinero no se cobrara una proporción de harina mayor que la debida. Se hacían guardias y reuniones junto al molino que derivaron en fiestas y en bailes. De ahí surgió la muiñeira ( molinera) , el baile tradicional de Galicia.

"Lo que pasaba en el molino quedaba en el molino".

Aquel tiempo se perdió en los años 50 del siglo pasado con la irrupción de las máquinas eléctricas.La maleza y la tierra se fue apoderando de los molinos, a la vez que sus estructuras se derrumbaban y los tejados se hundían. Entonces se inició un proyecto de rehabilitación para que todo este espacio y aquella actividad de la molienda no viviera solo en la mente de las personas mayores.
Ahora las fachadas de los molinos lucen una bonita piedra. Los tejados sus tejas rojas, el caudal del río discurre por un cauce despejado de maleza y se puede cruzar en distintos puntos por puentes de madera.
Dentro de estos bosques la magia vuelve a surgir cuando los rayos del sol se cuelan entre los árboles.

Todos los molinos tiene un nombre, algunos referidos a sus propietarios, y otros a su ubicación. Unos eran de herdeiros ( de propiedad de particulares que van heredando el molino) otros de parceiros ( pertenecientes a una colectividad, con los días de molienda repartidos) y otros de maquía ( de profesionales que cobraban por hacer la molienda).
Y así siguen viviendo entre nosotros para siempre.



lunes, 5 de junio de 2017

Camino marítimo fluvial a Santiago

Surcando la ría de Arosa y el río Ulla se conmemora la llegada, a Galicia, por mar,del cuerpo del Apóstol Santiago. Según la tradición, la barca entraría por la ría remontando el río Ulla  llegando a la ciudad romana Iria Flavia, hoy en día Padrón.

 La llaman Ruta Traslatio, Ruta Jacobea ;Marítimo fluvial, Camino del Mar de Arousa y Ulla... en cualquier caso todas estas denominaciones se refieren a la desembocadura de Ulla en el fondo de la Ría de Arousa y al tramo final del río enlazando el tramo final del camino portugués.
Las 40 millas naúticas y los 26 kilómetros que distan entre Puentecesures y Santiago no son suficiente acreditación para obtener el diploma oficial del peregrino; así que como en los demás caminos, para obtener la Compostela, es necesario realizar, a pie o a caballo, los últimos 100 kilómetros.
Esta no es una ruta fluvial cualquiera, sino que, según cuanta la leyendas, fue la que siguió la milagrosa barca de piedra en la que sus dos discípulos predilectos trasladaron los restos del Apóstol Santiago desde Palestina a Iria Flavia ( Padrón), en el río Sar de camino a Compostela.

En esta ruta se encuentra el único Vía Crucis marítimo del mundo que está formado por 17 cruceiros, casi todos situados en el fondo de la ría y las dos riberas del Ulla.
Los siglos IX- XI se caracterizan por un período de constantes y devastadores ataques vikingos a las costas Atlánticas de Europa, y aquí en el río Ulla nos encontramos, nada más adentrarnos en sus aguas, las Torres del Oeste de Catoira, símbolo de la fuerte resistencia de los gallegos a las continuas incursiones vikingas cuyo fin no era otro que apoderarse de los tesoros de la Catedral de Santiago, por lo que para impedir su paso por este acceso marítimo fluvial a las cercanías de Santiago, se levantaron las Torres del Oeste.

Originariamente fueron siete torres enclavadas en ambas orillas del río, pero en la actualidad, solo los restos de dos de ellas se mantienen en pie, junto con una pequeña capilla dedicada a Santiago.


La ruta del mar de Arousa y el río Ulla es una ruta del Camino de Santiago que rememora las últimas millas navegadas por los restos del Santo hasta su desembarco en Padrón y desde allí completa por tierra los casi 25 kilómetros restantes hasta la capital compostelana, un trecho muy llevadero para recorrer en una solo jornada.
Los puertos de Ribeira y O grove flanquean la entrada a la más extensa de las rías gallegas, por eso habrían sido los primeros en avistar la llegada de la nave apostólica, que todavía tendría por delante unas 40 millas náuticas hasta tocar tierra en la antigua Iria Flavia, en el desaparecido puerto de Murgadán, donde versa: Huic fuit corpus Beati Iacobi ( aquí llegó el cuerpo del Apóstol Santiago).

La Ría de Arousa esconde parajes únicos, de significación especial por su pasado memorable, vigilado por las sempiternas y emblemáticas Torres de Catoira, testigos de episodios bélicos como la invasión vikinga.
El camino de santiago por la costa de Galicia es desde hace ya unos años, recorrido de peregrinos, creyentes, o simplemente curiosos que acuden a la llamada del Ápostol Santiago, cuyos restos descansan bajo la catedral de Compostela.
La travesía inevitablemente se tiene que hacer en barco, y durante el trayecto se recrea la llegada a Galicia de los restos del Ápostol por mar desde Palestina en el lejano año 44 d.C. Toda una aventura que se denominó "Translatio" realizada por una barca que transportó los restos del Ápostol surcando todo el Mediterráneo y parte del Atlántico hasta llegar a la Ría de Arosa, puerta de entrada para llegar hasta entonces la ciudad romana  de Iría Flavia (Padrón ). Dicho puerto era el punto navegable más cercano a Compostela.

La hora de partida la marca la marea, pues hay que aprovechar la franja más alta del nivel del mar, cuyos cambios de desnivel o bajadas del agua afectan sobre todo a la parte fluvial.
Tras pasar la isla de Cortegada, la ría empieza a estrecharse y el agua salobre se mezcla con el caudal dulce del río Ulla.
El paisaje cambia rápidamente según se remonta el río; las aguas se calman aún más que en la tranquila ría y las orillas modifican sus formas de roca y arenal costero por increíbles tapices de flora fluvial y según se va subiendo por el río, en las esquinas aparecen más cruceiros por los costados de la ribera.

A medio curso de la ruta del río aparece uno de los lugares más emblemáticos de este tramo del caudaloso Ulla: la ciudad de Catoira.
Junto al puente que sortea el caudal se alzan aún restos de lo que en el siglo IX fue una fortaleza y cuyas últimas piedras que quedan en pie se conocen como Torres del Oeste.
Y tras unas millas de navegación se llega al puerto de Puentecesures, final de esta ruta.
El barco no se detiene, se limita a dar un giro a la popa para volver de nuevo camino hacia la ría.
Volvemos al puerto de Cambados cuando ya comienza a atardecer por el oeste y tanto los parajes fluviales como el mar cambian de tonalidad serenando el alma.


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