viernes, 28 de agosto de 2015

UN ÚLTIMO DESEO

El mar en  calma parece un espejo. Bien mirado, una llanura sólida aparentemente sobre la que caminar;  una superficie plana que brilla y refleja el color del cielo.

 Estando así el mar no tiene fuerza ni siquiera para dibujar una ola. Este mar en calma tiene un efecto hipnótico que va calmando los sentimientos: los hace dóciles, blandos, manejables y hasta las emociones más rebeldes encuentran su serenidad .

Cuando está descansando es hermoso, su belleza serena, acompaña y escucha, sin embargo, cuando está furioso, violento y encrespado, habla, grita, se quiere hacer oír a toda costa. El espectáculo que ofrece impone al hombre y llega a producir pavor como pocas fuerzas de la naturaleza.

Ver como el oleaje bate una escollera, como grandes montañas de agua revientan sobre el espigón de un muelle, impone un gran respeto, sin embargo uno no es consciente de lo pequeño que es el ser humano ante la fuerza del mar como cuando conoce un oleaje agitado, como cuando las olas imponen su ley y conoce el peligro en una travesía en la que pudo haber riesgo de naufragio; esa experiencia se puede convertir en inolvidable.

A pesar del miedo que el hombre siente, el buen marino saca fuerzas de flaqueza y ante una mala mar saca lo mejor que lleva dentro y a causa de estas angustias, Dios se hace necesario y el hombre se acerca a ÉL.

viernes, 21 de agosto de 2015

Tengo en el pecho una jaula





Los pájaros, no importa si cautivos o en libertad, cantan para señalar su territorio, para marcar un entorno que reservan a la hembra que consigan atraer.
 Los canarios, por ejemplo, dejan de cantar cuando mudan su pluma, pues saben que en ese período no pueden atraer hembras. Si los pájaros tienen memoria y son capaces de conservar tales  recuerdos. ¿ por qué debemos suponer que no añorarán otros? Otros, como la libertad, por ejemplo. 


Parece que no hay nada que nos parezca más libre que el vuelo de un pájaro.
 Los analistas de sueños afirman que soñar con pájaros está ligado a la libertad. Soñar con volar es un sueño bastante  común y también placentero. La sensación al despertarse es gratificante y agradable. 
                                                                                          Fotos de www.adiciones.es

¡Qué contradictorio es el hombre que enjaula a aquello que le parece más libre!
¿Por qué intentar que cada persona no sea lo que quiere ser, por qué impedirle que experimente lo que el deseo le pida?. Las personas han de ser libres sin cortarles las alas. Todo el mundo tiene derecho a volar.



Y de repente,se me ocurre que esta preciosa canción es para escucharla lentamente, despacio, abriendo la jaula y dejando volar al pájaro. Y escuchar al niño cantar. 

Si le hubiera cortado las alas
habría sido mío
no habría escapado.
Pero así,
Habría dejado de ser pájaro.
Y yo...
yo lo que amaba era un pájaro.
          Mikel Laboa







sábado, 15 de agosto de 2015

El oficio de mariscar








Los días en que la luna y las mareas lo permiten y cuando apenas asoma el sol y tiñe de naranja el cielo, muchas mujeres de la costa gallega se enfundan en sus petos de plástico y cogiendo sus neumáticos a modo de flotadores, sus capachos y cargando con sus rastrillos al hombro, se meten en el agua y aproximadamente durante unas cuatro horas rastrean la arena mientras el oleaje golpea con fuerza los grandes flotadores negros que atan a sus cinturas.




 Están curtidas por el esfuerzo del trabajo físico, no importa su edad, a todas les llega el agua hasta la cintura y se levantan una y otra vez cuando ese mar, no haciendo distinciones, las abate contra las piedras.

Su oficio: mariscar

Es una profesión dura, sobre todo los días de frío invierno donde no hace mucho mariscaban descalzas esperando el momento en que la marea bajara lo suficiente para poder recoger las almejas escondidas bajo la arena  unos metros más allá donde mueren las olas.


Un oficio muy antiguo para hijas y nietas de mariscadoras en el que el sueldo era un pellizco con el que las esposas completaban el del marido.

 Ahora, los tiempos han cambiado y las mariscadoras se ganan por si mismas la vida en el mar luchando siempre, porque hay inviernos lluviosos que dulcifican el agua ocasionando la muerte del marisco.

 La contaminación en la ría es otra de las causas de sus desvelos e incluso las mareas altas convierten el mariscar en una ardua tarea.


Reumas, espaldas doloridas y dolores en las articulaciones apenas tienen importancia para estas mujeres luchadoras, que además del trabajo de recoger el marisco tienen que acondicionar las playas e incluso guardarlas en verano de los furtivos que  haciéndose pasar por turistas aprovechan para quitarles el pan. Así es que hay que establecer turnos de guardia desde el mes de junio hasta finales de septiembre alrededor de unas seis horas diarias que es lo que dura la bajamar.

En invierno las playas necesitan ser limpiadas de algas, unas invasoras y otras que vienen arrastradas por el mar se acumulan en las zonas del marisco aprisionándolo y axfisiándolo  si no se retiran.
Y después,  realizar  la resiembra en la playa con nuevos ejemplares juveniles, lo que garantiza el futuro de las mariscadoras.


Cargadores de la isla
mecedla con suavidad,
que lleváis sobre los hombros
a la Reina de la mar!.

Cargadores de la isla
esa que vais a sacar
es la virgen marinera,
que huele a marisco y sal;

Tu, cargador, que no sabes
rezar la Salve, quizás:
si cuando lo saques, meces
  el paso con buen compás,
                                            aunque no sepas la Salve,
                                            Dios te lo perdonará
                                           ¡que mecer así a la Virgen,
                                            ya es un modo de rezar!
                                         
                                                                     José María Pemán ( 1898- 1981)

                                                

jueves, 6 de agosto de 2015

Faros: Las luces del mar

 Galicia es un país de agua, tiene su rostro fracturado por las rías que la atraviesan como enormes cicatrices y es que el mar entra en la vida de los gallegos como ellas en la tierra desde los primeros tiempos de la humanidad. Los faros nacen en el limite entre uno y otra.
 Me gustan los faros. Son solitarios, impávidos, enormes. Me gusta de ellos su estructura, me gusta la función que hacen, el simbolismo que desempeñan, su chorro de luz y su parpadeo y también, su soledad. Sé que esta es una visión un tanto romántica y un cierto bohemia pues la vida de los fareros era dura y demasiado solitaria, siempre pegado al mar, con el batir de las olas y el viento como único sonido de fondo.

 Desde el mar, los barcos no solo ven la luz del faro, que les advierte de la proximidad de la costa, sino que también lo identifican por los intervalos y los colores de los haces de luz, de manera que pueden reconocer frente a que punto de la costa se encuentran. A veces, este haz luminoso no es efectivo si la niebla se ha echado sobre el mar y es entonces cuando el sonido de su sirena  inconfundible avisa de un peligro inminente. Muchos de estos sonidos los recuerdo llenando mi infancia en los largos días de niebla y oscuridad de una noche sin estrellas.
 
 La ruta por la costa de Galicia de faro en faro es única. Paisaje, mito, historia y leyenda los envuelven,  pues a pesar de extenderse prácticamente por  toda la costa gallega con su porte y su luz, desde Ribadeo ( Lugo ) hasta A Guarda ( Pontevedra ), los faros gallegos han estado vinculados, desde su origen, con numerosos naufragios y leyendas.
Quizás uno de los naufragios más legendarios y del que todavía hoy se habla por el misterio que envuelve al tesoro perdido, es el que ocurrió en el estrecho de Rande (Vigo)







TE ME ACERCAS

contándome al oído milagros
de miles de leyendas
que quedaron entre tus aguas
Me salpicas
con espumas inundadas de misterios
de otros tiempos y distancias,
con lamentos de promesas
que perdieron sus palabras
en tus bajamares intensos...

Y yo me acerco y te salpico
sabiéndome tan pequeño
tan desconsoladamente chico, 
tan solo entre mis gentes cotidianas, 
que me apabullan tus mareas,
tus olas y tus resacas.

A veces me respondes...
Pero de continuo callas y resbalas 
en las arenas de mi playa
que esperan impacientes tus respuestas.

Luis E. Prieto





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