domingo, 28 de junio de 2015

El Versalles Gallego: Pazo de Oca

Desde cualquier punto de Galicia, el camino que conduce hasta el Pazo de Oca va sembrado de verdes en las más diferentes tonalidades que alguien pueda imaginar. Se convierte en una exaltación de los sentidos pasear por esta tierra en cualquier época del año.

Los grises o azules, verdes, amarillos, dorados y rojos, entre castaños, robles y pinos, nos conducen, entre su aroma y verdor hasta el más precioso pazo que tiene Galicia.

El pazo de Oca, es un pazo señorial de estilo barroco situado en la parroquia de Oca, concello de A Estrada, cerca de Santiago. 

Actualmente pertenece a los duques de Medinaceli, y está considerado como uno de los mejores representantes de la arquitectura señorial de la Galicia del siglo XVIII, donde la piedra, el agua y la vegetación son los tres elementos fundamentales que crean este espacio sin igual. Se le conoce como el Versalles gallego por la belleza de sus jardines.






Paseando entre ellos, descubrimos lugares, que nos hacen viajar siglos atrás, en el tiempo, donde el murmullo del agua en las fuentes y estanques; el color de las camelias ,
los verdes de musgos y helechos, el aroma del azahar de naranjos en primavera o los paseos de los tilos, hacen que la estancia en este lugar se convierta en toda una experiencia de paz y armonía de gran belleza.

Por las canalizaciones de piedra discurren las aguas del río Mao hasta el Molino , donde se distribuyen para el riego.
En los estanques de sus jardines está representada la paz en la figura del pescador y, la de la bondad humana, en los dulces naranjos, navegando por aguas tranquilas hacia el cielo que representa la iglesia. En el otro estanque figuran representadas la maldad y la guerra por medio de cañones y fieras heráldicas, que navegan por aguas tumultuosas hacia un supuesto infierno, que se encuentra al terminar el estanque, donde el agua se pierde en la tierra.

Y así entre tilos, camelias, setos, balaustradas, veredas, puentes, hórreos y palomares podemos ir perdiéndonos en la historia de Galicia que difícilmente se entendería sin los pazos que comenzaron a construirse a finales del Siglo XV y principios del XVI y eran, característicos de la nobleza gallega rural.












lunes, 22 de junio de 2015

La noche de San Juan

La noche de San juan ha sido celebrada por toda la Humanidad desde hace siglos, en forma de mitos, danzas y rituales.

De todos los lugares, posiblemente Galicia es la que celebra de forma más especial, esta festividad.

Saltar una hoguera, alejar las fuerzas negativas a base de queimadas con conjuros, preparar pócimas secretas con mágicos poderes o regenerar cuerpo y alma mediante baños sanadores son algunas de las tradiciones.



Y es que Galicia es tierra de meigas, de menciñeiros,  de fuego y por supuesto de magia.
El aire huele a menta, manzanilla, romero, lirio, amapola y rosas… y así un milleiro de hierbas se han recogido cuando el sol ya se ocultaba
Este tradicional ramo de hierbas se venderá en el mercado al día siguiente y, una vez macerado al rocío de la noche, servirá para hacer las abluciones en la mañana del día de San Juan.
 Toda la noche quedarán en el exterior para que recoja el rocío de la mañana del Sol que baila y el brillo da Lúa da Noite Meiga ( luna de la noche bruja).

Las hogueras o cacharelas hay que prepáralas con antelación. Los días anteriores se van apilando trastos viejos, que arderán, esa noche, en un ritual mágico.
Al caer la noche comienza a verse cientos de hogueras diminutas, en las laderas de los montes, en la arena de las playas, en plazas y barrios de ciudades y pueblos alzando sus llamas purificadoras al cielo.
La noche de Sn Juan, es la noche de las meigas por excelencia: este día, las brujas se reúnen en torno a las lareiras , convertidas en improvisados laboratorios para elaborar ungüentos y pócimas donde pronunciar terribles y maléficos conjuros ya que esta noche 
también atrae a otros seres maléficos.
La queimada es el licor espirituoso que bajando por la garganta nos reguarda de los espíritus maléficos que pululan por los senderos en esta noche. Cruceiros, conjuros, y demás son los que sin duda nos protegen en esta noche de meigas y espíritus.
La fiesta comienza y cientos de mozos y mozas danzarán alrededor de la hoguera y la saltarán en un afán purificador.



miércoles, 10 de junio de 2015

Camino de Compostela.



¿Llegaré?, ¿tendré alojamiento? ¿Lloverá?¿ habrá señales en el camino?¿ me dolerán los pies? ¿Seré capaz de soportar la fatiga física?, Y...,¿la convivencia con la soledad y el silencio?.
Surgen multitud de preguntas y nuevos planteamientos, que ponen en duda lo que hasta el momento era incuestionable. Nos sitúa en la puerta de la opción personal y comprometida por alcanzar un nivel más en nuestra realidad. De esta manera al regresar del Camino, comienza el verdadero, el que tenemos que recorrer cuando ya sabemos a dónde queremos ir.
El Camino aporta al peregrino la ocasión de verse cara a cara con su propio"YO", con sus silencios, debilidades y pensamientos, pudiendo iniciarse desde muchos lugares. Pero, dónde empieza realmente el camino de cada uno, es en Santiago. Y esta experiencia perdura con el paso de los años, pues, no cabe duda, que conocerse a sí mismo, es una aventura que dura toda la vida.



En el largo camino que lleva a Santiago, es importante recordar al párroco, del Cebreiro - una remota y preciosa
aldea, en la montaña de Os Ancares -, en Lugo. Este cura pasará a la historia por haber sido el impulsor del Camino de Santiago y ser el "creador" de las famosas flechas amarillas. Flechas que servían para indicar el camino correcto en cruces de caminos y en lugares donde podía haber conflictos.
Don Elías Valiña, recorría el norte de la península, pintando las flechas en su Citroen, con el maletero a rebosar de botes de pintura amarilla.

Consiguió, con su entusiasmo y tesón, recuperar en la segunda mitad del siglo XX, la casi extinguida "costumbre" de peregrinar a Santiago de Compostela. Así que, en una labor titánica, se dedicó a pintar desde la localidad de Roncesvalles, las famosas flechas amarillas, que hoy en día, todos los peregrinos utilizan para ser guiados hasta Compostela.

Descubre tu alma ante ti, y..., pregúntate qué andas buscando"
José María Maldonado



Al llegar a Santiago, en las cubiertas, podremos ver " A Cruz dos Farrapos". Esta cruz se encuentra en los tejados, sobre la girola de la Catedral. A sus pies, antiguamente concluía la peregrinación a Compostela. En su base existe una construcción de piedra, a modo de horno donde los peregrinos  acudían para despojarse de las vestimentas que les habían servido durante el camino. Quemaban sus ropas viejas, en una especie de ritual purificador, que significaba el comienzo de una vida y el fin de la anterior, rompiendo así, con todos los sufrimientos y ataduras vividas hasta entonces. Hoy en día, es más conocida la que existe en Fisterra, allá donde los romanos decían que estaba el fin del mundo conocido, y bajo el faro, es donde la mayoría de peregrinos hacen este ritual de quema de los "farrapos" o harapos.

Desprenderse de todo, quedar con el espíritu nuevo y el alma limpia y...


 "ser en la vida romero, siempre romero y que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo" 
Miguel Hernández




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